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Article Dans Une Revue Revista Informativa Panamericana Année : 2024

Sobre El Beso de Gustav Klimt

Résumé

Klimt con la niña de doce años Emilee Flöge (ibid., p. 86), o con Alma Malher (esposa del compositor, pp. 92-94) a la que Klimt hubiese sido el primer hombre en dar un beso (idea de que El Beso representa algo original y primogénito, sin duda por el entorno dorado, inmaculado, y la frescura de las flores que rondan los pies de los amantes abrazados). La posición de abandono total de la figura femenina se desprende de su actitud, en la que, mientras el personaje masculino, agachado sobre ella, le toma la cara entre las manos para besarle en la mejilla, ella, con los ojos cerrados, y el cuerpo en una postura similar a la Eva de la iglesia de Am-Steinhof de Otto Wagner en Viena, deja colgar su cuerpo, una media sonrisa en los labios (posición del éxtasis que encontramos anteriormente-ojos cerrados, cabeza ligeramente echada atrás y expresión perdida en los labios-en el Éxtasis de Santa Teresa, 1647-1651, del Bernini), poniendo una mano fina por encima del antebrazo de su amante voluptuoso. Si intentamos una lectura de El Beso (1907-1908), la obra más famosa de Gustav Klimt, nos damos cuenta que, integrada a las demás representaciones de su tiempo, evoca episodios de la literatura, extrayendo, conforme lo hacen a menudo los artistas contemporáneos, en particular los impresionistas y Manet, figuras del ámbito mitológico para plasmarlas en el mundo humano de hoy. Mismo procedimiento emplea Klimt en Las tres edades de la vida o de la mujer (1905) y La Muerte y la Vida (1908), dos obras inspiradas en la iconografía macabra de la baja edad media. De hecho, El Beso, en aquel entonces llamado Los Amantes, fue exhibido por primera vez en la Exposición de Arte de 1908, junto con Las tres edades de la mujer. La verticalidad de las figuras en Klimt, encerradas en campos reducidos por márgenes florales o coloridos se inspira en las obras de Carlos Schwabe, como por ej. El Dolor (1893). Contemporánea de El Beso, La Muerte y la Vida ofrece una secuencia de lectura en que la muerte, a la izquierda, puede compararse con las obras de Ensor, acumulándose a la derecha edades y cuerpos, abrasándose en el primer plano un hombre y una mujer, y aunque aquí esten acurrucado la tensión muscular del cuello del hombre y su postura cabeza agachada sobre la mujer son parecidas a las de El Beso. Lo que, visto desde la importancia dada por Klimt a la pareja puesta en primer plano en La Muerte y la Vida, fundamenta la idea de una simbología mística de El Beso. A lo cual se agrega que en El Beso la pareja, solitaria sobre un fondo de constelaciones, descansa sobre una alfombra de flores, a la orilla de la cual que se cierra abruptamente en precipicio, condensando las figuras y limitando el espacio de la mujer en equilibrio inestable. El tema del beso en el s.XIX se representó mucho, en grafía de la infidelidad de Francesca de Rimini (Divina Comedia, canto V, v. 127-138). Así en Coupin (1812), Ingres (c.1819),
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samedi 1 mars 2025
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Dates et versions

hal-04484820 , version 1 (01-03-2024)

Identifiants

  • HAL Id : hal-04484820 , version 1

Citer

Norbert-Bertrand Barbe. Sobre El Beso de Gustav Klimt. Revista Informativa Panamericana, 2024, 61, pp.23-26. ⟨hal-04484820⟩

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