Año tras año, generación tras generación, muchas familias que viven en zonas rurales de Asturias llevan a cabo durante los meses de invierno la matanza del gochu, con el objetivo de obtener carne para el consumo familiar. Se trata de una jornada de tres o cuatro días, en la que participan familiares, vecinos y el matachín o encargado de matar y despiezar el animal. La rigurosidad con la que se lleva a cabo esta labor y las motivaciones de sus protagonistas, marcan un distanciamiento claro de los criterios económicos, prácticos y nutricionales que le han dado origen. La práctica de la matanza se vuelca sobre si misma en una ritualización de sus formas y complejización de sus sentidos. Constituye un espacio dónde empalman la transmisión de saberes y tradiciones locales, con fuerzas de cohesión social propias del proyecto patrimonializador. A partir de un trabajo etnográfico realizado en diversos pueblos del concejo de Tineo -zona montañosa del occidente asturiano-, analizaremos la matanza del cerdo, su proceso de ritualización y la configuración como espacio de flujo y negociación entre identidades colectivas.