Para María Zambrano, es una tarea fundamentalmente poética y flosófca cuestionar el origen metafórico de los conceptos para encontrar su riqueza y su alcance, volviendo hacia los principios que han impulsado su desarrollo, y que todavía están activos en el lenguaje y en el pensamiento: refexionar sobre la metáfora es tanto querer encontrar la profundidad del lenguaje ordinario, que conserva la huella de divisiones arcaicas, como buscar el origen de los conceptos, es decir, las condiciones mismas de nuestro pensamiento1 . Si bien podemos encontrar más allá del concepto una metáfora, ciertamente no hay nada fuera de la metáfora, ya que ésta constituye la condición misma del pensamiento, el gesto original por el cual el mundo no sólo se describe sino que también se interpreta. De manera que entender las metáforas no signifca analizarlas para encontrar los elementos que las constituyen, lo que las haría perfectamente inteligibles, ni descubrir el referente real o el objeto a que se referen indirectamente, sino que signifca más bien describirlas, entender su fuerza o su acción en el seno mismo del lenguaje.