En todas partes del mundo, las sociedades han producido, adaptado y hecho evolucionar su hábitat para responder lo mejor posible a sus necesidades y aspiraciones, aprovechando al máximo los recursos naturales disponibles localmente y desarrollando sus propias capacidades. Las estrategias técnicas, arquitectónicas y sociales resultantes toman beneficio del entorno local, protegiéndose también de sus peligros. La consecuencia es un corpus de conocimientos locales únicos, ricos y variados. Basarse en los conocimientos locales, en el saber hacer y en los modos tradicionales utilizados para su transmisión y para la organización de la producción presenta a menudo numerosas ventajas. El objetivo de este enfoque es desarrollar una arquitectura que minimice los efectos de los desastres naturales y que esté adaptada a los modos de vida actuales, respetando las especificidades ambientales, culturales y sociales, y teniendo en cuenta las capacidades técnicas y económicas de cada familia.