La "red" invisible.
Résumé
La tortura cometida por cuerpos policiales aparece en un puñado de películas rodadas durante los
últimos años de la Transición. La más célebre de ellas, El crimen de Cuenca (Pilar Miró, 1980),
tardaría año y medio en estrenarse (en agosto de 1981), debido a la polémica que suscitó, pese a
describir hechos anteriores a la Guerra Civil. Si ésta y otras películas, como El caso Almería (Pedro
Costa, 1983) muestran explícitamente escenas de violencia contra detenidos, la tortura se
abordará raras veces, y casi siempre de manera indirecta o completamente elíptica, como en La
muerte de Mikel (Imanol Uribe, 1984).
Desde mediados de los ochenta, la representación cinematográfica de la tortura durante la
Transición se volverá excepcional. De hecho, la minimización de la existencia de torturas llegará a
proyectarse incluso hacia el franquismo, como ocurre con el telefilm sobre Mario Onaindia El
precio de la libertad (Ana Murugarren, 2012) o se tratará en sus facetas menos graves, como en La
pelota vasca (Julio Medem, 2003). Sin embargo, películas como Lasa y Zabala (Pablo Malo, 2015)
dan a entender que empieza a revisarse una cuestión tan espinosa.
Analizaremos la plasmación de la tortura policial durante la Transición en el cine español de los
últimos cuarenta años (al menos una docena de obras), así como su posible relación con los
acontecimientos ocurridos desde entonces (distanciamiento temporal, olvido interesado, etc.).