Guiado por el anhelo de trascendencia, el poeta modernista José Martí defende una estética renovadora sostenida por una ética ejemplar. Su acercamiento sensorial y espiritual del universo, pretende alcanzar una metamorfosis redentora. La fragmentación de los sentidos y la puesta en escena de un violento despojo místico (corazón y entrañas arrancados), han de reproducir la generosa entrega a los demás, un ethos que tiende hacia el Bien y la perfección. En Versos libres, las alegorías del cuerpo fragmentado o de la muerte imponen un sujeto agobiado por el dolor ante la decadencia humana. Mediante las imágenes del cuerpo, la creación se percibe como una praxis corpórea y sensorial, asumida por la voz poemática. El trascendentalismo de Martí pone de realce su afán de armonía celeste, la confrontación dialéctica de los contrarios que conduce a lo humano en ósmosis en la naturaleza con el universo. Esta voluntad vitalista, en Versos sencillos, convierte al sujeto lírico en un actor del mundo en simbiosis con el ritmo natural.