Existen diversos mecanismos de anclaje social. Guerra, fiesta, cEn el desierto de Atacama habitaron colectivos con distintos modos de vida y rasgos culturales. Gracias al libro de varias ojas de la parroquia de Chiuchiu, el más completo registro de matrimonios y bautizos del primer siglo de contacto en Antofagasta (Casassas 1974), disponemos de un archivo sobre parentesco invaluable (Ballester y Gallardo 2017). Según análisis del documento, si bien en valles, oasis y quebradas interiores los matrimonios se contraían entre personas de las más diversas procedencias, nunca incluían individuos litorales. Es más, todos los matrimonios de sujetos costeros fueron con parejas también costeras, jamás con una del interior. Para los colectivos litorales esto implicó una doble condición, por un lado, la obligación de casarse con alguien costero, y por otro, la prohibición de hacerlo con alguien del interior. Esta doble condición, fuera por norma o práctica, creó un escenario social dividido en dos, entre parientes y extraños, nosotros y otros, costeros e interiores. Paradojalmente, aunque los vínculos matrimoniales estaban negados, los lazos económicos eran sumamente estrechos debido al intercambio de bienes y productos entre ambas localidades. Mientras desde el litoral circulaba pescado seco, algas y artefactos, en sentido contrario se movían vestimentas, cultígenos, lanas y objetos manufacturados. Estos bienes y productos tomaron elevados valores en sus contextos de destino, perpetuando a través de nuevos habitus de consumo la dependencia entre los colectivos de origen.