1809: aunque muchos estaban preparados para sublevarse, la señal de la insurrección no llegó nunca. Los insurrectos no pudieron apoderarse de las tres fortalezas militares que vigilaban la capital: las Atarazanas, Montjuic y la Ciudadela. La culpa se debió a la traición de oficiales italianos pagados por los patriotas. Tampoco las tropas de migueletes y somatenes de Coupigny que estaban fuera pudieron congregarse en la puerta de San Antonio. A medianoche, el complot había fracasado y la policía del afrancesado Casanova no tardó en detener a 18 patriotas de los que cinco fueron ejecutados el 3 de junio de 1809 en la Explanada de la Ciudadela. Para frenar unas ejecuciones imparables, tres «paisanos» escondidos en el campanario de la catedral tocaron el somatén a golpe de martillo en la Tomasa: alarmados, los franceses sitiaron la catedral más de 72 horas hasta detener a tres patriotas que fueron ejecutados el 27 de junio de 1809. Estos son los hechos bien conocidos del martirio de los ocho héroes barceloneses de los que vamos a relatar la memoria